¡Sí! Ya he cruzado el Atlántico y he aterrizado en tierras
costarricenses con una maleta con de todo “por si…” y con esos mordisquillos en
el estómago que son señal inequívoca de nerviosismo 100%.
La acogida de lujo (hasta con cartel de welcome y todo).
Microwave latino |
Os comento que los efectos del jetlag son altamente beneficiosos para ponerse al día en el
trabajo. No hay nada como despertarse a las 4:30a.m. y sentir como tu cuerpo te
pide a gritos que enciendas el ordenador y te pongas a teclear IOI
En mi apartamento tengo de todo, que si internet, que si fake de leche, que si sala de estudio, que si mesita de noche con lamapita a juego... hasta un microwave que me incita a entrar en la cocina para prepararme algún platillo de los de aquí.
De momento, hago de turista malcriada y me dejo querer por
las gentes de aquí. Johnny, Gloriana, Johana, Esteban y Tatiana. Estupendos anfitriones
que me llevan de aquí para allá. Ayer, visita a un supermegahiper supermercado,
de esos que tienen 200 tipos diferentes de cada cosa y que te hacen dudar
delante de una lata de frigoles durante 10’. De momento he optado por una
opción vegetariana. Quesos, cereales, verduras, frutas del país, pasta, etc.
con esto espero subsistir hasta que otra alma cándida me lleve al mall.
Comiendo rico rodeada de tic@s |
Tras una suculenta comida (estaba famélica así que, casi
rebañé el plato con la lengua pero por puro pudor y para dejar bien a mi madre
no lo hice) visitamos la Basílica de Nuestra Señora de los Ángeles y subimos
hasta el Sanatorio Durán (os he dejado más información en la página SiTICos).
Entre el traca-traca de las carreteras y el cambio horario,
a las 19:30h parecía un bebé con ganas de cambio de pañal, cena ligera,
golpecito en la espalda, eructito y cama.
Mañana más… ¡¡¡PURA VIDA!!!
P.S. Voy a hacer todo
lo posible por mantener mi línea curva en su sitio pero la cosa va a costar y
mucho… este país está lleno de tentaciones gastronómicas.
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